El crujido en la escalera by Eva Björg Ægisdóttir

El crujido en la escalera by Eva Björg Ægisdóttir

autor:Eva Björg Ægisdóttir [Ægisdóttir, Eva Björg]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2020-09-06T00:00:00+00:00


* * *

Hörður sujetaba una bolsa de plástico transparente entre el índice y el pulgar e inspeccionaba el contenido. Elma había contemplado durante un rato cómo trabajaban los técnicos forenses. Su estómago había dejado de rugir y estaba bastante segura de que había empezado a digerir sus propias entrañas, pero no tenía relevancia. Lo importante era que el coche de Elísabet había aparecido y que los técnicos se ocupaban de examinarlo. Con algo de suerte pronto averiguarían si había habido otra persona en el coche con la víctima.

—Sigo pensando —murmuró Sævar en su oído— que alguien tenía que saber que la pareja que vive aquí estaba de vacaciones. La persona que escondió el coche en su garaje sabía que estaban ausentes y cuándo volverían.

—Dicho de otro modo, tuvo que ser alguien que los conocía bien —dijo Elma, con la mirada aún puesta en Hörður mientras este contemplaba la pequeña bolsa de plástico con los ojos entrecerrados.

La lluvia había amainado por el momento y la puerta del garaje estaba abierta. La calle estaba dividida en casas unifamiliares, muchas de ellas, nuevas construcciones de hormigón gris y madera oscura, con garajes dobles y grandes terrazas. Ahora que empezaba a oscurecer, los vecinos eran claramente visibles, pues sus siluetas a contraluz se dibujaban en las ventanas desde donde observaban con curiosidad. Algunos se habían acercado a hablar con Hörður.

—Ese es el problema en Akranes, todo el mundo sabe de los asuntos ajenos —afirmó Sævar—. Por eso no es suficiente con hablar con los vecinos o los familiares cercanos. La mayoría del pueblo conoce a esta pareja, puesto que muchos de ellos compran en su tienda, así que cualquiera de ellos podría saber que pasan tiempo en el extranjero cada año. Por si fuera poco, él juega al golf y ella da clases de spinning, lo que amplía el grupo de personas que sabían que no estarían en casa el fin de semana.

Elma debía admitir que Sævar tenía razón. Por otro lado, no podía haber mucha gente en el pueblo con una llave del garaje, y no había indicios de allanamiento.

—De todas formas, quizá nada de eso importe —dijo Sævar—. Seguro que encontramos algo en el coche. —Pero no parecía mucho más optimista que Elma con respecto a las posibilidades de que eso ocurriese.

—Hörður —dijo Elma, que fue hacia su jefe.

—¿Mmm? —Hörður levantó la vista. Parecía anonadado, como si hubiera estado absorto en sus pensamientos. Elma señaló con la cabeza la bolsa que sujetaba.

—¿Han encontrado algo?

—Bueno… —Hörður vaciló—. Esta nota. No sé muy bien cómo voy a… —Se interrumpió y ambos miraron a su alrededor ante la repentina música a todo volumen.

La música, que resonaba desde el coche que acababa de aparcar en la acera, se cortó de repente. Un hombre salió del interior y Elma enseguida lo reconoció como Krummi. Curiosamente, no parecía haber cambiado, era casi como si el tiempo se hubiera detenido: tan juvenil como siempre, la misma manera despreocupada de andar y la misma mirada penetrante. Lo único que había cambiado eran su ropa y su pelo.



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